16.8.12

[de sabernos]

La palabra es rapiña de su propio arbitraje como la misma suerte. Su presidio es la mano escribiendo al vacío. Su nada, la instancia de todo lo que existe. Taladra como el aire, tañe como la demencia, pero tañe. Para el no descuido, las alas de algún ángel, para el no descuido, el recuerdo. Sólo para algún ángel, las alas de la no indiferencia. La memoria de Cristo. Las bases de los árboles con casas como cárcavas. La memoria de tres. La tierra del sueño, el columpio armando cielo. Uno siempre es el hombre y la mujer adormecidos cuando puntea la liturgia un inventario.
Rémora sapiente, más tarde, la escarificación de la nostalgia.
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