21.11.09

[después de la conversación]


Días atrás estando en el ensayo, un colaborador despuntó el costo del [nos otros] aventajándolo a la voracidad del [egoísmo]. Sin pasar por alto un solo instante para la teoría alguien dijo que ésa era proclama de tiempos preservados. Y verás que lo enunció con apenado engreimiento científico como quien está regresando del infierno que jamás conocerá y se enclava con su dura confianza en el [correspondería]. Ya sabés, el silencio fue impenetrable y levemente lo seccionamos cambiando el contenido por el de la pieza musical. Ese [nos otros] se había emplazado en medio de la sala como una lata encendida que me arrastraba a mi evidente e inexcusable incapacidad, me resonaba hasta qué punto yo rediviva había logrado consintiendo inexpertamente para que todo continuara en el sitio. Ese descrédito por el [nos otros] lastimaba el tiempo en el que se lidiaba por un ideal de equidad y paralelismo de congruencias que aún reflejan [reflejos de reflejos]. Nunca participé en quilombos. Quizás vos no lo llames quilombos, sino unión. No hice nada por ninguno, aunque posiblemente nada pueda quitarte de tus pensamientos lo contrario. Me limité a morder, y a ser mordida, y últimamente [después de la conversación] tragada por el amor. Mi astucia, si así puedo llamarla, es visual y no vale. Quien entregó astucia, [en aquel tiempo] y [ahora], creo que instintivamente, vos y los demás lo saben.
Yo recito, ustedes perpetran.

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