24.3.09

[…]


anteriormente, no todo fue quebranto

constaron en mi vida, cinco emociones que le han hecho ecuanimidad
a todas mis ambiciones lesas:

el inmortal instante
[y es mucho más que eso]
en que descubrí las sonrisas

el padre que me asistía y bautizada

cuando de niña, en una tarde con aroma a dulce y edificada desde un ventanal
con lienzos de flores e insectos, sentí que era enormemente dichosa
por el hecho de que mi mamá me abarcaba

la madrugada en que un humilde negó mi moneda por haber observado
momentos antes, como hacía callar a mi hermano

el minuto ese
[con su exacta prolijidad de gloria foránea pero comunicada]
en que escribí el último vocablo de un recuerdo
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