6.2.09

[profilaxis]



hay un espacio en que la propia mente desafina y se desmonta como si se tratase de los hielos universales, que no son más hielos que los del congelador de la heladera o los del freezer sin no frost, escarcha más, escarcha menos, todo es hielo, aunque muchos se empeñen en confinarlos, entonces el mundo suspira y brama con ese baladro insoportable. el baladro, ni más ni menos, como si uno fuese siendo desnaturalizado por un meteoro elemental. es posible que distingan bien y ese sea el resultado de cambiar cuando las simetrías no resultan benévolas como el verano, el otoño, la primavera o el invierno, y los años, claro, los años inmóviles y radiantes.
me acepto magnetizada por el reflejo atómico de los pensamientos y su bizarría. y sé que es un equilibrio separado que en algún momento uno tiene que cifrar e ingresarse implícito en lo árido de la propia introversión y la específica apariencia del universo. y es esa la valía para que no se enrede, o culpe, lo que apetece ser un espasmo munífico con insolencia, con un estado de prelación que enormemente aislado se encuentra de serlo
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